A veces sucede que, en principio, buscas lugares abandonados... Y das vueltas y vueltas y no encuentras nada a tu alcance o al del tiempo del que dispones. Otras, y sin venir a cuento, te das de bruces con algo que no esperabas encontrar... Y algo así nos sucedió el pasado fin de semana. Después de tomar unas fotografías en Novelda, la tarde era joven y el sol lucía bastante alto... Tanto como para dirigir el coche en sentido contrario al que debíamos tomar: Agost quedaba a pocos kilómetros y... ¿Por qué no? La tierra arcillosa es genial y los paisajes coloreados en distintas tonalidades de rojo se ven perfectos... Ya había visitado Agost en alguna ocasión (sus alfareros, el campo de tiro militar, etc.), pero esa tarde, en la misma rotonda de entrada, decidimos tomar otra (acertada) decisión: la Estación de Ferrocarrildel pueblo.
Nuestro primer pensamiento se centró en investigar los detalles de una estación ferroviaria cualquiera: pasear por las vías, hacer unas fotos, ver pasar los trenes de alta velocidad y saludar a los viajeros... No iba a ser la primera vez. Sin embargo, la ilusión se fue desvaneciendo en el momento en el que habíamos recorrido unos 2 kilómetros sin encontrar nada... En principio pensamos que habíamos pasado de largo sin tan siquiera verla, por lo que continuamos adelante, hasta que el camino se fue degradando, cosa un tanto extraña si la estación seguía 'viva.'
Finalmente, y tras un recorrido bastante largo, llegamos a la estación... O, más bien, a lo que queda de ella. Ante nosotros se alzaba un edificio totalmente abandonado, donde puertas y ventanas habían sido tapiadas para evitar, supongo, que el edificio se dedique a usos indebidos por su ubicación, en medio de la nada. No pudimos evitar, por tanto, dar una vuelta por el alrededor, bastante descuidado para haberse convertido, según profesan los carteles, en una Vía Verde de recorrido habitual: la Vía Verde del Maigmó.
Desde todas las caras del edificio todavía pueden leerse los carteles que bautizan la estación como la de Agost, y lo cierto es que los actos vandálicos todavía no han hecho una mella total en su deterioro: la cara principal, por ejemplo, es la que menos pintadas ha sufrido y todavía pueden contemplarse numerosos detalles muy valiosos. Las cañerías que descienden desde la cornisa permanecen intactas, al igual que los aparatos destinados al abastecimiento eléctrico o el propio aire acondicionado.
La historia de esta construcción no ha sido demasiado afortunada y, si indagamos un poco en documentación antigua podemos comprobar que, además de no funcionar nunca, su objeto fundamental fue comunicar las ciudades de Alcoy y Agost por la bien conocida tradición industrial de la primera. Los proyectos de construcción datan de 1882, pero no fue hasta 1928 cuando se adjudicasen los trabajos, los cuales sufrieron suspensiones continuas debido a su poca viabilidad económica. En 1984, se acordó el abandono definitivo de la construcción para, finalmente, ordenarse la inejecución de la línea en 1990, cediéndose su uso a su acondicionamiento como Vía Verde, con una complicada orografía.
21 son los kilómetros totales de la construcción que en su día se inició, la cual une los puntos kilométricos del Puerto del Maigmó y el Apeadero de Agost, donde ahora mismo nos referimos. El edificio se caracteriza por poseer el típico estilo de las Estaciones de Ferrocarril construidas en el Siglo XIX: edificios de planta rectangular con lo estrictamente necesario (cuartos de baño, punto de venta y poco más), con techo a dos aguas para aproximarse lo más posible a los tipos americanos y ciertos toques victorianos, del tipo 'casa de muñecas', lo que puede comprobarse en la decoración de puertas y ventanas.
Si nos acercamos a ellas, podemos comprobar que, en algunas de ellas, se sigue conservando la construcción inicial. A pesar de que la puerta de entrada original había cambiado su ubicación y su estructura se había reformado (no hace mucho) con aluminio bronce, la puerta de siempre sigue, aún detrás de la reja protectora, conservando su estado habitual: la madera, pintada en color rojo y corroída por el paso del tiempo combina perfectamente con el resto de ventanas, que conservan el mismo estado. Por lo visto, la estación fue cerrando poco a poco sus puertas y ventanas debido al deterioro que iban sufriendo, hasta el cierre final de la instalación.
La sensación que allí se siente es desoladora... ¿Cuántas no habrán sido las personas que hayan pasado por ese andén? ¿Cuántos no habrán sido los trabajadores a los que les habrá costado sudor y lágrimas conseguir una construcción que nunca llegó a utilizarse? Es por ello por lo que, sin pensarlo, nos lanzamos a las vías, dado que algunas de ellas todavía conservan actividad gracias a la línea férrea de RENFE Madrid-Alicante.
Recorrimos unos 500 metros, contemplando catenarias, semáforos encendidos, cruces de vías y señales varias. Incluso, nos atrevimos a hacer equilibrios sobre los raíles, caminando sobre piedras intactas y realizando fotografías a lo largo y ancho del lugar, un paraje totalmente solitario donde todavía puede distinguirse la antigua caseta del revisor, ahora cubierta por maleza y una enorme suciedad. Incluso, no muy lejos, se encuentra un antiguo caserón con todas sus puertas y ventanas abiertas, como invitándote a pasar y a descubrir sus secretos... Lo cierto es que la noche llegó mientras caminábamos
Si nos movemos a zona ubicada más a la derecha, podemos ver que, ciertamente, las vías nunca han sido utilizadas... Las condiciones meteorológicas han provocado óxido, el cual ha malogrado casi por completo el área que finaliza en ese apeadero. El silencio que allí se respira es desesperante, pues a pesar de haber permanecido allí largo rato, no conseguimos ver pasar ningún tren, ni siquiera por las vías paralelas.
Llegado a un determinado punto, decidimos no seguir caminando, porque perfectamente podríamos haber llegado a Alcoy... Nuestro recorrido acabó en una zona de frenado que, por lo que nos indican los antecedentes, nunca ha sido utilizada. Lo cierto es que las pintadas la han echado a perder, así como lo corrosivo de las condiciones ambientales: si nos acercamos lo suficiente, vemos ambos frenos sobre el bloque de hormigón totalmente oxidados y despintados, aunque con tanta historia como el resto de la construcción.
La visita valió la pena, sobre todo porque, además, de pasar una tarde de sábado de lo más agradable, todavía puedo presumir de tener unas margaritas monísimas en casa. Hubiese dado lo que fuera por acceder al edificio y conocer su estado interior... Si estaba acabado o, por contra, se quedó en la planta y ya está. Además, me hubiese encantado ver pasar algún tren... Pero lo dejo ahí, porque no dentro de mucho pretendo regresar a revisar esa vieja construcción que se encuentra junto a las vías.
¿Y si está encantada?
Localización: Mapa Partida Campet
Fuentes: Perfil Panoramio Tomás Talavera y Excursiones Paranormales