LAS MINAS DE AZOGUE DE LA ALCORAYA
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"Este chiquillo parece que tenga azogue..." solía espetarme mi abuela María, cuando tenía uno de esos días en que no paraba quieto. El azogue es el nombre que antiguamente se le daba al mercurio, los intoxicados por este metal pesado veían como su sistema nervioso quedaba afectado, produciendo temblores incontrolables, y de ahí viene la expresión "tener azogue".
El mercurio se extrae principalmente del cinabrio (sulfuro de mercurio, HgS), un mineral compuesto por un 85% de mercurio y un 15% de azufre, de aspecto rojizo (también se conoce como bermellón). Entre las minas más famosas y productivas se encuentran las de Almadén en Ciudad Real. Este curioso metal, líquido a temperatura ambiente, tiene una curiosa historia ligada a la partida alicantina de la Alcoraya.
Hace unos años (en 2009) me encontraba preparando una excursión por la Sierra de las Águilas para el Cefire de Alicante, buscando documentación llegó hasta mis manos un librito llamado "Historia de la Alcoraya" donde además de la información que buscaba, sobre las minas de agua, se hablaba de unas minas de azogue en la Sierra de la Corneja (actualmente Sierra de las Águilas o de San Pascual), pero su paradero exacto se desconocía. Envueltas en una halo de misterio, volví a encontrar por la red referencias a estas minas, los escritos hallados databan la explotación a mediados del siglo XVIII. En esa época el interés por este mineral era lógico, ya que lo utilizaban para extraer la plata y el oro usando la técnica de amalgamación.
Primera visita a las Minas
Por casualidad unos meses más tarde, preguntando a mi amigo Mandi (Amando Tarí) sobre las minas de agua, me habló de unas extrañas minas abandonadas ubicadas en las laderas de la Sierra de las Águilas. Él las había "descubierto" por casualidad después de alguna de sus innumerables excursiones al campo. Conseguí que me llevase hasta el lugar, esperando encontrar una de las minas de agua que necesitaba fotografiar para mi excursión, pero lo que encontré, nada tenía que ver con las largas galerías de escasa pendiente que caracterizan las minas de agua.
Sobre la ladera del monte se practicaron una serie de desmontes y se trazaron caminos que en la actualidad se encuentran algo desdibujados y acarcavados. Desde debajo, se veían los abanicos del material extraído, de color grisáceo, que contrastaba con los ocres de la caliza circundante.
El camino de acceso a las explotaciones iba trepando por la ladera. En una de las terrazas, que se encontraba a mayor altura, apareció una boca mina. Éste era el lugar al que se refería Mandi y por el que nos introdujimos, se trataba de una galería excavada en la roca desnuda, con una altura aproximada de 1,80 m, lo que me hacía avanzar encorvado y con cuidado de no chocar contra el techo.
Durante los primeros 10 metros, la gruta descendía suavemente, pero pasados éstos, la pendiente comenzaba a ser mucho más pronunciada. Numerosos cascotes desprendidos dificultaban el descenso, atravesamos materiales calizo-margosos de color grisáceo que de vez en cuando eran recorridos por vetas de calcita.
Continuamos el descenso por unos 50 metros hasta que el túnel se interrumpía burscamente, el fondo se hallaba colmatado de fango y sobre éste se acumula un pequeño charco de agua.
Poco antes del final de túnel sobre el techo, encontramos una colonia de murciélago ratonero gris (Myotis escalerai).
Myotis escalerai, 2010 |
Al parecer la mina es frecuentada por distintas especies de quirópteros, ya que años más tarde en otra visita a la gruta encontré este otro ejemplar de la especie, murciélago grande de herradura (Rhinolophus ferrumequinum). Aprovecho para recordar que todas las especies de murciélagos de la Comunidad Valenciana, están estrictamente protegidas de ahí la importancia de conservar este tipo de enclaves.
Rhinolophus ferrumequinum, 2015 |
La elevada humedad se hacía patente en este tramo de la gruta. Iniciamos el ascenso salvando el desnivel y las rocas sueltas.
La visita a la mina resultó muy interesante, pero era obvio que no se trataba de una mina de agua. Me pregunté entonces, si no se estaríamos ante la enigmática mina de azogue que en tantos escritos aparecía, sin una ubicación exacta. Sin embargo, no encontramos ningún rastro del mineral rojizo de cinabrio, había numerosas rocas oscuras de aspecto metálico, pero se trataba de óxidos de hierro.
Aquel día de 2009, con Mandi, únicamente visité esta gruta, pero en posteriores incursiones por la zona, pude constatar que la actividad extractiva se extendía por más puntos de la ladera. En total localicé 6 pozos (uno de ellos totalmente colmatado) y tres bocaminas (una totalmente obstruida). Además, muy cerca de las minas existen las ruinas de una casa de grandes dimensiones, con balsas para abastecimiento de agua.
Posteriores incursiones
Aquel día de 2009, con Mandi, únicamente visité esta gruta, pero en posteriores incursiones por la zona, pude constatar que la actividad extractiva se extendía por más puntos de la ladera. En total localicé 6 pozos (uno de ellos totalmente colmatado) y tres bocaminas (una totalmente obstruida). Además, muy cerca de las minas existen las ruinas de una casa de grandes dimensiones, con balsas para abastecimiento de agua.
Una vez que accedemos a esta zona minera, encontramos un camino que sube serpenteando por la ladera, en pocos minutos llegamos a una barranco que baja de la montaña; al levantar la vista hacia éste, pueden verse dos cúmulos de material extraído, de una tonalidad grisácea, que contrasta con la roca circundante. La primera corresponde a la bocamina 1, obstruida y la segunda, algunos metros más arriba, al pozo 1.
Bocamina 1 |
Pozo 1 |
Pozo 1 |
Pozo 1 |
Al otro lado del barranco, a escasos metros del pozo anterior, se encuentra la trinchera. Entre dos estratos rocosos casi verticales se excavó el estrato central, dejando esta oquedad en la ladera. Probablemente en este punto afloraba el mineral objeto de la explotación.
Trinchera |
Trinchera |
Trinchera |
Desde la trinchera, se desciende unos metros hasta retomar el sendero; junto a éste nos encontramos con la bocamina 2. Se trata del túnel al que accedí con Mandi y que al parecer estuvo tapado durante mucho tiempo (al igual que la bocamina 1), según he podido saber, fue reabierta hace unos 20 años, cuando la finca anexa fue adquirida por un vecino de El Rebolledo.
Bocamina 2 |
Bocamina 3 |
Pozo 2 |
Pozo 2 |
Pozo 2 |
Pozo 3 |
Sin duda ésta es la zona de la explotación que más densidad de puntos extractivos presenta, encontrándose varios de estos elementos muy cercanos entre sí. No obstante, algo más retirados aparecen otros elementos.
Volvemos a la bocamina 2, seguimos el camino unos pocos metros, enseguida aparece un sendero casi imperceptible a nuestra izquierda. Mucho más evidente en ortofoto que sobre el terreno, en el pasado debió ser muy transitado por los mineros, para desplazarse de un explotación a otra, ya que al seguirlo por la ladera durante unos 200 metros, llegamos la pozo 4. Este pozo apenas tiene unos 3 metros de profundidad y atraviesa una dura veta de calcita que hace suponer la dureza de los trabajos manuales que los braceros tuvieron que desempeñar en esta explotación.
Pozo 4 |
Pozo 4 |
Pozo 4 |
A unos cien metros de este pozo, ladera arriba y hacia el noroeste, casi al pie de las cornisas verticales, encontramos el pozo 5. Su ubicación resulta más que evidente debido a la acumulación en su exterior de los cascotes extraídos. Sin embargo, al aproximarnos, el pozo queda casi oculto por el algarrobo que crece en su entrada.
Pozo 5 |
Pozo 5 |
A unos 150 metros del pozo 5, hacia el noreste y bajo la pared rocosa de la Sierra, encontramos el pozo 6. Se trata del pozo más profundo, algo lógico porque también es el que se halla a mayor altura, no encontré ninguna mina asociada.
Pozo 6 |
Pozo 6 |
Por toda la ladera, una red de discretos senderos, conecta unos pozos con otros. Son casi imperceptibles, muy erosionados y ocupados por la vegetación raquítica de la solana. Me resultaron muy útiles para descender por las empinadas laderas ahorrándome un buen trecho de pedregosa caminata campo a través, sin duda fueron trazados por el trasiego de trabajadores durante las interminables jornadas de trabajo en las minas.
Bajando del pozo 6, me topé con las ruinas de un caserón que tuvo que ser imponente cuando estaba en pie. Junto a ella unos metros más abajo y hacia en barranco, había dos balsas con colector y conducciones todavía visibles. Dichas conducciones provenían del barranco, aunque de una zona muy erosionada, por lo que desconocemos si además de agua de lluvia también se desviaban hasta la balsa las aguas de escorrentía.
Esta antigua casa, por su proximidad, bien pudo haber alojado a los trabajadores de esta explotación minera, al menos a los técnicos, ya que al parecer los braceros fueron alojados en casas cueva. Pero este hecho no ha podido ser confirmado.
Casa en ruinas |
Casa en ruinas |
Casa en ruinas |
Balsa |
Balsa |
Investigación histórica
Busqué información sobre este yacimiento, sin llegar a profundizar demasiado, pero no obtuve respuestas concluyentes y durante un tiempo no volví a prestar demasiada atención a este hallazgo. Hasta que hace unas semanas en las redes sociales se compartía una entrada del fantástico blog "rutas y vericuetos" . En dicho blog se citaban diversas fuentes donde se hacía referencia a esta mina y se aportaba información fidedigna sobre el origen de las explotaciones de cinabrio en la Alcoraya. Por fin se arrojaba luz sobre la historia y el origen de esta prospección minera.
A continuación subrayo algunas de las efemérides más importantes que han acontecido en este lugar singular de nuestra geografía:
Al parecer, la historia comienza a principios del siglo XVIII durante unos trabajos agrícolas, un labriego del lugar llamado Pina, descubrió unas tierras rojas que resultaron ser cinabrio. Años más tarde, en 1730, existe un informe de un mineralogista irlandés llamado Guillermo Bowles que contaba:
Á dos leguas de la ciudad de Alicante hai una montaña llamada Alcoray, compuesta de piedras calizas y escarpada excepto por una parte que se alarga un poco hacia el valle. Cavando en este último sitio se descubrió una beta de azogue mineralizado con el azufre y un poco de tierra caliza, baxo forma y color de Cinabrio...
Durante los años posteriores, los vecinos de los alrededores practicaban excavaciones clandestinas para extraer el mineral, hasta que el Rey encarga una investigación al superintendente general de azogues de Almadén, el señor José Cornejo en 1738, este confirma que se trata de cinabrio y se prohíbe el acceso a la explotación.
En 1752 vuelve a renacer el interés por esta explotación y el Marqués de la Ensenada (por entonces ministro), decidió encargar un estudio de viabilidad a tres expertos: José Solano, Guillermo Bolwes y Salvador Medina y al abogado Juan Pedro Saura. Las inspecciones resultaron positivas y el 24 de febrero de 1753, por una Real Orden decretada por el Rey Fernando VI, se da la orden de comenzar los trabajos extractivos bajo la supervisión de Salvador Medina. Se emplearon a más de doscientos braceros para los que adecentaron casas y cuevas para darles alojamiento, incluso se prohibió cortar leña en el radio de una legua (unos 7 kilómetros) desde la Sierra de la Corneja, en un paisaje tan árido como el de nuestro municipio, la madera era un bien muy preciado necesario para abastecer los hornos de la explotación y entablillar las inconsistentes galerías. Lamentablemente las expectativas de la explotación no se cumplieron siendo los resultados muy pobres, abandonándose las actividades dos años más tarde.
El balance resultó nefasto, se invirtieron alrededor de 450.000 reales de vellón (1 real de vellón = 34 maravedís) con paupérrimos rendimientos. La labor de Bowles fue duramente criticada, ya que dirigió la explotación sin estar presente, y Medina, el técnico al mando, reconococía sus propias limitaciones y falta de eperiencia en los informes que emitía:
“No concurriendo en mi mas práctica en minas, que haviendo viajado bajo las ordenes del Capitán de Navío Don Antonio de Ulloa, haver visto en Suecia la de Cobre en Phalun, y la de Plata en Salberg, y visitado algunas de España en compa del refero Physico, observando en esta sus instrucciones y con esta poca práctica, y alguna theorica debo decir”
Entonces, ¿por qué ese intento reiterado de explotar un yacimiento tan pobre? La razón es que en aquella época, las minas de Almadén sufrieron un gran incendio y estuvieron paralizadas durante mucho tiempo, por lo que tuvieron que buscarse alternativas en otros lugares de nuestra geografía. (Como ya se explicó antes, el mercurio era vital para extraer plata y oro y era muy demandado).
Casi un siglo después, surgen nuevos intentos de explotación de estas minas, en 1846 y 1847 Francisco Navarro Asín formaliza el registro de las minas Llovira y Esmeralda, nuevas explotaciones de cinabrio ubicadas también en la Alcoraya.
A finales del siglo XIX aparecen dos referencias sobre minas de cinabrio en la partida de La Alcoraya, la Mina Pepita en 1877 y la Mina Enriqueta en 1880. En los planos de demarcación realizados por los ingenieros de minas, éstos hicieron constar los restos de las antiguas labores mineras realizadas, por lo que puede asegurarse que estas nuevas explotaciones se ubicaban sobre las antiguas minas del siglo XVIII.
La situación de la Mina Pepita puede deducirse a partir de la documentación existente y coincide con la galería y túneles que Mandi me mostró. Así que, gracias a la importante labor de documentación de algunos investigadores, ha podido reconstruirse la errática y esquiva historia de las explotaciones de mercurio de la Alcoraya.
Autor: Emilio Rosillo
Fuentes consultadas:
- Blog "Rutas y Vericuetos".
- Casanova Honrubia, Juan Miguel. "La minería y mineralogía del reino de valencia a finales del periodo ilustrado (1746-1808)". Tesis Doctoral. UV 2009.
- Hemeroteca "Diario Información".
- Pastor Aliga, José Ramon. "Apuntes mineralógicos sobre el Alcantí y las Hoyas de Castalla y Alcoy", Asociación Mineralógica y Paleontológica de San Vicente del Raspeig, (AMPSVR)
- VVAA. "Historia de la Alcoraya" ed. Ayuntamiento de Alicante.
Agradecimientos:
- Amando Tarí.
- José Sánchez.
Fuente: Ele